Supongo que se pueden matar fantasmas una mañana y renacer esa misma noche.
Meter un balazo a la hipocresía, largarse con un buen amigo de retiro a un Apocalipsis de guitarra y batería. Y allí mismo, algo pesado y muerto se queda atrás, sólo queda la voz y una luz incansable, limpia.
Mi silencio no se compra con plata barata.
“Veo al fin con claridad lo que fue nuestra única verdad
marioneta sin rechistar, por miedo a decirte nunca mas
pero nada me puede hacer cambiar mi decisión”
(Sober - La nube)
Con esa absurda insistencia por mantener algo que no existió nunca, me das lástima, porque toda tu vida es una absoluta mentira creada por ti.
Nunca has mirado más allá de los límites de tu verdad, eres incapaz de comprender una sola emoción ajena.
No has amado nunca, porque hacer que alguien dependa de ti anulando su voluntad no es más que egoísmo.
Podrías haberte comprado una granja y vivir de los animales en vez de casarte y tener hijos para alimentarte de ellos y aumentar tu artificial ego.
A mi ya me odiarás por ser dueña de mi vida, por escapar de tu chantaje, aunque para ti sea incomprensible que el dinero no me ata, no me esclaviza como a ti. Posiblemente sea demasiado humana para tu encorsetada existencia.
Eres un esclavo de los favores comprados, de la crítica y el insulto, de los aires de superioridad y adicto al parasitismo milenario llamado "familia".
Las personas somos personas, se nos van poniendo etiquetas y al final muchos se acaban etiquetando para sentirse seguros encajados en su rincón de la sociedad.
Por eso digo que no quiero tu dinero putrefacto, no quiero conversaciones forzadas sobre metereología básica, no quiero exigencias que no me pertenecen (pues ya ha pasado demasiado tiempo desde que nací, para que sigas restregándome tu aportación a mi supervivencia).
Nunca quisiste hijos, sino marioretas. Nunca quisiste mujer, sino un robot doméstico.
Todo eso sólo existe en papeles, es un espejismo. En la vida real no tienes nada más que soberbia y berrinches de tirano de pueblo con aires de sindicalista sofisticado.
Qué dulce victoria cogerle el teléfono al miedo y, sólo con la verdad como arma, dejarlo tartamudeando.
Nadie sabe qué verdades ocultan los muros.
Esa casa blanca con vistas a la playa parece el reclamo de una vida idílica.
Una casa, cada habitación, lleva en el aire la esencia de quien la habita.¿Cómo se imagina al dueño de ésta?
Las paredes mohosas y el aire denso son un reflejo de su alma.
Hay personas que van dejando como un gas tóxico que provoca un efecto dementor: absorven la vida de quien tienen cerca, van consumiendo la energía y van debilitando la voluntad.
Todos los recuerdos de esa casa son grises por eso.
Porque un silencio sepulcral rompía en gritos en forma de ladridos.
Porque aún en soledad, siempre se tiene la sensación de que alguien vigila.
Porque todos los objetos parecen negar el derecho a ser tocados, como si hubiera que pagarles una deuda por pisar su territorio.
Porque el tiempo se mide contando cuánto queda para que termine el día, para aguantar un día menos.
Las ventanas, única libertad posible, dan al vértigo de las rocas.
Una niña tira juguetes por la ventana imaginando que caen a otro mundo donde la pesadez no exista, donde todo sea tan increíblemente leve...
Se miraba con envidia a las gaviotas que pasaban volando a ras de la ventana.
Y por si acaso no era suficiente, ese Nerón de pueblo pedía refuerzos a la mínima muestra de sublevación: una familia al completo que provocaba más hostilidad que la de Pascual Duarte, un elenco esperpéntico que sería la delicia de cualquier coleccionista de transtornos emocionales.
Lo que tienen los psicópatas es que siempre actúan de la misma forma, son predecibles.
Se creen sus propias mentiras, siempre se ven inocentes.
Y atrapan personas para guardarlas en su caja de herramientas, de donde no puedan salir por que los necesitan: Síndrome de Estocolmo.
Pudimos escapar a tiempo. Demasiado rápido encontró una nueva víctima.
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