miércoles, 16 de enero de 2013

Sentimiento tragicómico de la idiotez II

Esa inundación de imágenes de antes del sueño, una especie de Aleph, un "he visto" huracanado: la pintada "Clapton is God" en un muro británico, La chaqueta metálica, Bukowski, café con leche, un café parisino, la estación de tren de Nueva York y las luces de Tokio, Hiroshima mon amour, René Clair, El viaje a la Luna de Meliès, un sofá, Dovtoieski, luces de neón, la vaca voladora de Pink Floyd, los helados en la playa, el reflejo del sol en las aguas de Venecia, Houdini, Lou Salomé, las primeras notas de Bohemian rhapsody hundiéndose en las costillas, Napoelón y Luis XIV, Marlon Brando, chocolate con nueces, el calor de otra piel, y las almohadas. Observar la espesura de la lluvia a través de la luz de una farola. Las luces serpenteantes de la calle que asciende como el carril de una montaña rusa. El olor a incienso y vainilla. Rasparse las yemas de los dedos por la cuerda de una guitarra. El pelo enredado. Un gesto redondo al abrir el paraguas y levantarlo. Todas las manos que recuerdo y todos sus bailes. Y entonces duermo, acompañado por todas las imágenes que saltan del recuerdo, y los recuerdos de todas las imágenes de lugares en los que no he estado.

Mi amor es mi guitarra. No puede haber más musa que el propio arte, que la propia música en mi caso. Sólo Euterpe. Leí en alguna novela que el arte era la mayor inutilidad del Hombre. Yo me propuse darle sentido a mi vida con la gran inutilidad con tal de tener un gran reto. Como para entretenerme toda la vida en ello. Pertenezco a una estirpe de soñadores que no saben (ni quieren saber) a dónde van. Lo cierto es que hay una fuerza que nos ciega para ver en el abismo todo un paraíso.
Esta ciudad contiene todas mis virtudes y debilidades. Me ha visto hacer demasiadas cosas como para mirarla con la indiferencia y admiración que se observa una ciudad desconocida. Puede que empezase a viajar para mirar horizontes que no tenían nada que recordarme. Ahora, que he pasado varias veces por cada ciudad, hay esquinas que me guiñan y cristales que me devuelven reflejos.
El paradigma de las miradas. Cada que empieza la época de exámenes, me acabo hartando de mi propia voz, pero esta vez, en mi retiro me sorprendo encantado de conocerme. A pesar de los desastres de mi escasa coordinación y de los interminables motivos que encuentro para salir a hacer algo, a encontrar las ideas como genialidades en el momento inadecuado; debo decir que recuerdo los días de estudio de Florencia como los juegos infantiles: lejanos, luminosos e ingenuos. Siempre acababa creyendo que me había enamorado de Claudia, porque esos días lo compartíamos todo, nos mimetizábamos como dos detectives en un complejo y meticuloso plan. Pero después ella volvía a caer con ese intelectual gigoló, y yo volvía a perder el rumbo, que era mi rumbo habitual.

sábado, 12 de enero de 2013

Sentido tragicómico de la idiotez I


Sé que me mira con lástima y culpa. Como quien abandona un cachorro del que había esperado el remedio para la soledad y con el que sólo consiguió aumentarla. "Haces que me sienta sola". Vaya un cachorro incomprensivo fui.  Cómo se equivoca pensando que soy el mismo animal herido que abandonó con el bálsamo de la mentira; hecho necesario sólo para su propia ética, puesto que yo la dejé ir entre la derrota y el alivio.
Estoy en un tren, soy yo quien se desliza entre despedidas ahora desde la respectiva estación de salida: Canterbury o Florencia, ambas hermosas a su manera, amadas con la misma intensidad y por motivos distintos. Ya me había acostumbrado a ser el tren, quien recibe a viajeros a los que llevar a un lugar inédito y verlos marchar hacia sus futuros implícitos. Me pregunto quién, o quienes, son mis trenes ahora.
Ahora entiendo porque quería ser un cirujano, en el único sentido en que Kundera lo habría descrito. Cualquier persona con el poder de abrir en canal a otra (metafóricamente) es un titiritero de la incertidumbre, la cuestión es el uso que haga de ella. Dos personas pueden darse amor sin amarse. El punto de encuentro es que ambas lo sepan. Siempre me he empeñado en cortarme las cuerdas de marioneta.
¿Qué sabría yo de epistemología sin ella entre sus sábanas? Y sin embargo, no le debo nada,
demasiadas ideas y poca conexión entre ellas. Poco voy a componer así. Puede que en este diario de a bordo, o de viajeros al tren, cobren más sentido. El abrazo, las palabras, el momento exactos. Pero no son eternos, ese es mi problema, la falta de eternidad de los buenos momentos. You know what I mean, and it's exactly what you tell.
- Buenas noches, amor - Buenas noches, nadie
No es que piense quemar estas naves, es que están humeando ya. No sé confiar en nadie más, sólo en las personas que quieren conocerme. Por que ellas se quedan, a pesar de que yo no pare, pero eso no es impedimento, la distancia no aleja de las personas si no se quiere.
La pseudo-era para pseudo-ser. Las medias tintas me agotan, y es lo único que abunda. Goterones de tinta, islas de memoria encajadas en el papel que nos recuerda quiénes somos, pero las líneas y los párrafos se están extinguiendo. La poesía está muriendo, y la gente se queda con obras abstractas compuestas de goterones de tinta aislados, todos igual de oscuros e imborrables. La poesía... es pura mentira. Pero necesitamos mentirnos para afrontar la verdad. La poesía es la supervivencia a la lucidez.
Soy un retiro de cuerpos cansados y una brújula para sus almas perdidas. Una brújula que no sabe señalar a sí misma, o se topa con los listos que miran la luna en vez de al dedo que la señala. Soy el laberinto del que Teseo busca la salida. Soy la anestesia para la soledad. No sé si se me dan mejor los cuerpos o las mentes. No te voy a pedir que me quieras siempre como ahora, pero te pido que lo recuerdes. Siempre quedará en mí algo de lo que soy esta noche. No me fío de la luna. Se mueve entre las sombras. Creamos ficciones por exceso o por carencia de lo que tenemos. La realidad nos desborda o no nos parece suficiente para los sentidos. Si toda ficción fuese creíble, dejaría de ser necesaria, porque para eso ya está realidad, y con observarla sería suficiente.