viernes, 26 de octubre de 2012

Café solo

Infinitas canciones de gente lamentándose por su desilusión y su desgracia; y los que las escuchan, empatizando y compadeciéndose de sí mismos, una catarsis colectiva para pedirle explicaciones al romanticismo sobre las historias que lo narraban.
Yo, entre desconocidos, sintiéndome Cortázar en París o El extranjero en este mundo; porque siempre que se acude a escuchar esas canciones es para eso: para cantarlas a coro con su autor, y que cada uno piense en el desamor al que dirigirle los reproches.
Pero en este momento me hago consciente de que ese es un pasado que ya no me pertenece, y que estoy allí para revivir nostalgias, para poner a prueba mi indiferencia. Para escuchar una canción que me hizo llorar la primera vez, y que ahora me saque una sonrisa irónica al recordarlo.
Ironías que irónicamente no llegaron a ser. Debería materializarse de vez en cuando ese universo paralelo de la imaginación para los curiosos, que desearíamos saber (o confirmar) que este sea el mejor de los mundos posibles; para quedarnos en tierra más a gusto y darle unas vacaciones a la divagación.
Es cierto, en las rupturas hay frases que se graban a fuego y, aunque para quien las piensa no son más que justificaciones para salir del paso, se graban por que revelan cosas de uno mismo que normalmente no podemos ver. Puede que eso sea lo más productivo, replantearte quién eres y qué quieres. Cómo será la individualidad ahora y cómo bailas siendo parte de un dúo.
Yo ya no tengo iconos que representen esas canciones en mi mundo. Si aparece alguno rescatado de la memoria, no tiene significado. Y realmente me alegra esa realidad. Llevaba años escuchando a gente recomendarme esa tregua, pero debía esperar a empacharme para llegar a este agradable vacío del convaleciente, al hambre orquestada como una sinfonía, a la magnífica amargura de un café solo.

Aún reconociéndome humana, aún deseando dar amor; el concepto de enamorar me resulta irreal, más bien inimaginable. Este es uno de los pocos casos en que solo la realidad puede lanzar la piedra a la imaginación.