sábado, 28 de mayo de 2011

Sueños cruzados

Difícil volver a abrir los ojos mientras se sueña.
Más difícil aún cuando más que soñar se recuerda.
Sueño lúcido que es la metáfora de dormir juntos
la misma noche del mismo mundo
repartirnos los sentidos, los deseos y los entendimientos mudos.
Colarnos como personajes improvisados en nuestras historias
que se enredan como nosotros
que nos reflejan en el fuimos y nos proyectan en el seremos
pero en medio está lo real y es el ser junto a ti
es la vida doblemente vivida
tan poderosa para desatarse de su tiempo y volar al sueño
del que somos creadores
tomando paisajes y amoldando circunstancias
pero tan maravilloso como todo aquello capaz de capturar
en su simplicidad
todo un universo.
Cuando más nítidas y naturales son las ideas es cuando salen en verso
me alegro de que esto parezca un poema.

domingo, 15 de mayo de 2011

Cómo pertenecer al desorden

La náusea, la expulsión de lo tóxico, siempre se asocia al malestar corporal, a la inquietud y la reacción inmediata. ¿Qué nos intoxica de este mundo? ¿Cuántas cosas sólo pueden irse por el desagüe de la Historia?
La sensación que nubla nuestros últimos años como país es la de estafa, del desfase entre la idea de democracia y la realidad de no poder asirse a una representación ciudadana que tiene una solidez fantasmal.
La importancia dada en esta historia a la sociedad, es de tenernos tan poco en consideración, que las palabras que nos llegan son descarados distractores, discursos vacíos de contenido que no hacen más que jugar con retórica más básica.
Entonces, ¿de qué nos está poniendo a prueba esta clase política? ¿Acaso está midiendo hasta dónde está nuestro límite? ¿Somos acaso los españoles sujetos experimentales para ver el umbral de resistencia a la corrupción?
Desde luego, el elitismo que implica cualquier cargo político en ese sistema jodidamente oxidado, es el primer fallo que a los representantes del pueblo. Los cristales oscuros de sus coches de alta gama no les ocultan lo que no qieren ver, la realidad que sería escandalosa para su indiferencia acomodada y egoísta.
Y, pensando en la forma de vida del político actual, me pregunto si no se sienten absurdos cada vez que hablan para no decir nada, para ponerse como diana de un tiroteo de preguntas que no pretenden responder y que esquivarán con la técnica de la demagogia, argumentos tan conocidos que cualquiera puede adivinar antes de que los pronuncien.
Reconocemos las limitaciones de la realidad, también reconocemos la debilidad milenaria de querer acaparar el poder una vez que se alcanza, un espíritu de supervivencia arrogante, se diría. Pero está claro que cada uno defenderá su sitio, que tan sólo por el hecho de existir no puede ser ilegítimo nunca.
La experiencia que este país fue tomando de protesta se ha ido diluyendo con la estabilidad. Parecía llegar una vida fácil que dejara a la siguiente generación en un eterno sueño adolescente.
La cuestión es que la adolescencia y el sueño pasaron, y el despertar implica vernos con la oportunidad de moldear el futuro que aún tenemos por delante.

domingo, 1 de mayo de 2011

Sucede que a veces

El suceso es insignificante pero significativo: una paloma se posa sobre el techo del autobús parado en un semáforo. Se pone en verde, el autobús acelera y la paloma se tambalea antes de salir volando.
Sentí simpatía por el pájaro sin saber por qué, luego, como deporte mental olímpico, le busqué una analogía humana. Nos creemos en un sitio seguro, inmersos en la rutina, hasta que el suelo tiembla, el mundo acelera a un ritmo que no podemos seguir y tropezamos, mirando alrededor con cara de esdrújulos (como la canción).
Entonces nos daremos cuenta de la ingenuidad con que confiábamos en lo estático. Podemos revolcarnos en el fracaso y lamentarnos de nuestra humana imperfección, o reírnos al reconocer el sentido de los fallos como signo de que queda mucho por delante, de que la voluntad es incombustible.
Pisando suelos distintos, mirando con confusión otro escenario, pero volviendo a ser recién nacidos que tienen todo un mundo por descifrar.
Y, curiosamente, después de estos pensamientos, me doy cuenta de que tengo sueño, que después del cansancio que povoca todo hastío, llega la calma de la salida del túnel, el túnel cavado por el peso de la monotonía.
De cuando el desgaste de la ciudad se acaba filtrando por la piel, de cuando el cielo se hace también un techo vital, cárcel o autopista a un paraíso vaporoso.
En esta ciudad hay rincones sagrados como altares a tiempos agotados contra sus paredes, altares a lo vivido que nuestro futuro ego reinventará volviendo a aquella mesa del café, a aquel santuario del papel gastado, a encontrase con otros ojos en la misma puerta, posiblemente a sentarse en el mismo banco de una antigua tarde idílica.  Pero sin embargo, el tono del sol y la densidad del aire serán distintas, la miopía será más rebelde que nunca; pero no importa si dentro de una misma ciudad se pueden reconstruir los escenarios una y otra vez, y no hay fantasmas ni espejismos ni sombras.
A la larga cuentan los fogonazos que se recuerdan de los días deslumbrantes, los de espirales y relojes fugitivos, los de no existe mañana y joder qué raro acordarse de la apatía invandiéndome las neuronas.