lunes, 3 de diciembre de 2012

Fase experimental

Creo que estoy aquí para romperme el orden. Que vine para eso sin saberlo.
Siempre me pregunté a dónde iban las personas como yo, las que necesitan encontrar su sitio y desde él observar al mundo moverse.
Ya sabía de dónde venía, pero no qué me cabía esperar. Lo cierto es que cualquier cosa que uno mismo haya construido puede ser derribada. Las manías que le suelen dar coherencia a los días, pueden romperse sin que el cielo caiga, y entonces te ríes del sin sentido de la rutina. Pero también quiero guardar en pequeñas dosis esas esas ligeras incursiones en lo desconocido, esas puestas a prueba de hipótesis que se reducen al y si (y si inflo globos y los ato a la ventana), con el resultado de una agradable sensación de incertidumbre, no por lo que va a pasar, sino por cómo reaccionará el organismo a lo nuevo. A comer pasta a las 4 de la madrugada, a cenar chocolate, a ver tres películas seguidas, a encontrarme con la frase de Julio "creo que no te quiero, que solamente quiero la imposibilidad tan obvia de quererte" y estar saludando a un viejo amigo, a ver qué pertenece intrínsecamente a ti como pura individualidad, o qué le puedes achacar al ambiente incitándote a hacer qué.
En fin, salir de tu propio mundo es convertirse en un científico, en un auto-explorador, que se pone a prueba cuando súbitamente se da cuenta de que puede hacer algo que no había hecho antes.  Por supuesto hay constantes, y vitales. Hay olores embriagadores donde quiera que vaya, y la textura de la piedra, de la roja a la gris, y musgo en vez de arena, y más hueso, calidez bajo la lluvia, y una extraña división interna que me hace estar físicamente aquí pero mentalmente en un tren, en un punto medio entre dos mundos, y podría llevar una doble vida, se podría pensar, pero no, porque sólo tenemos una mente con la que pensarnos y que desgastamos en procurar captar cada instante con la perfección de un Velázquez o con la enajenación de un Dalí. Aunque sepamos que después, mucho después, ya no importará porque habremos cambiado, y no recordaremos el significado del instante (porque la memoria persiste derritiéndose), a no ser que mantengamos a nuestro lado a los personajes que habitan entre la memoria y el presente. Son amigos, y espejos.