viernes, 26 de febrero de 2016

Bismarck tenía razón

Otto Von Bismarck, ese señor bigotudo que todos recordaremos en nuestros libros de Historia, no falló al observar a España; de la misma forma que los problemas políticos que nuestro país ya mostraba en el siglo XIX son pasmosamente similares a los actuales. 

"Estoy firmemente convencido de que España es el país más fuerte del mundo. Lleva siglos queriendo destruirse a si misma y todavía no lo ha conseguido".

Los enfrentamientos parecen ser inseparables del carácter español. Porque eres del Barça o del Madrid, eres de izquierdas o de derechas, y si eres de una región, la tuya es mejor a todas las demás. 
Parece que nos empeñáramos en autosabotearnos, y aún así, salimos adelante, no sé si aprendiendo la lección. 
Las teorías sobre la polarización de posturas acierta: cuanta más pertenencia siente alguien a un bando, más se radicaliza hacia el contrario. Y esa polarización implica mimetizarse con el bando en cuestión, lo que significa encajarse en el estereotipo. Por que si eres de izquierdas los empresarios son malos y odias a la Iglesia, y si eres de derechas la gente que reclama derechos sociales son unos hippies y eres más católico que el Papa.
Si eres andaluz, te tiene que gustar el flamenco, si eres catalán, te quieres independizar, los gallegos son tímidos. Estereotipos, sólo eso. 
Soy una andaluza rockera a la que le tira Galicia, soy ideológicamente de centro, soy una psicóloga que se dedica al marketing. Parece que fuese la dicha de la contradicción, pero es que nunca me he encajado en ninguna parte en concreto y he ido formando una idea sobre las cosas de una forma (probablemente) un poco autista. ¿Cómo puedes ser tal partido y escuchar a Nirvana?, me preguntaron una vez por Twitter. ¿Y qué música debería escuchar votando a Fulanito o a qué equipo de fútbol debería apoyar? Ilumíneme, caballero.
Lejos de esa tendencia a polarizarse, yo siempre me he sentido más cómoda en el término medio del que Aristóteles ya habló
Porque no todo es o blanco o negro, porque toda idea tiene su razón de existir y merece ser analizada antes de descartarla por puro prejuicio. Lo que muchos llaman indefinición, es una postura que aboga por la conciliación (de una puñetera vez).
En un mundo que tiende a globalizarse, y por tanto a disminuir fronteras, no tiene sentido levantar más. Estratégicamente para una región, que será más fuerte si cuenta con el apoyo de unos territorios y recursos mayores; y socialmente, pues todo nacionalismo implica una ruptura social interna que puede llevar a problemas de discriminación que en a estas alturas deberían extinguirse. 
Justificar la violencia, del tipo que sea y hacia quien sea, tampoco me parece una postura civilizada. Sobre esto, es cierto que los españoles somos unos ases en la cultura del insulto, pero ese es precisamente un mecanismo de radicalización entre dos partes. 
Hay cosas de la izquierda que me parecen bien, como la sanidad y la educación universales así como preservar y garantizar los derechos sociales. Pero no me gusta la idea del enfrentamiento entre clases que ya sabemos qué consecuencias prácticas ha tenido en algunos países. No, gracias. Si yo ganara buen dinero con mi trabajo, no me gustaría que el Estado me lo quitara.
Me gusta el principio económico de la propiedad privada.No se equivoquen con el concepto "empresario" por que tienen empresas muchos autónomos que levantan negocios con mucho esfuerzo y cariño. Se puede ser empresario respetar los derechos de los trabajadores. Pero evidentemente, no me gusta que un gobierno mande de espaldas a los ciudadanos, queriendo arreglar la economía a base de recortes sociales y no reactivando el empleo. Eso es cruel y no tiene sentido. 
La gente que me insulta por pensar como pienso, al principio me producía rabia, ya me da igual. Están tan obcecados que no aceptan ningún argumento. Las discusiones políticas en las redes sociales no llevan a ninguna parte, precisamente por la polarización que antes mencionaba.
Por eso me extiendo, calmadamente por aquí. Y aprovecho para decir que la actitud de despechados o de matones de colegio, en gente que se ha presentado a la presidencia del Gobierno, es realmente vergonzosa. Señores, no pierdan los papeles y siéntense todos juntos, en una sala cerrada, a hablar. Coño.  

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