Es curioso cómo los seres humanos buscamos los más recóndtios lugares para escondernos de lo que nos asusta.
En habitaciones oscuras, en una planificación milimétrica del tiempo, en narcóticos de todo tipo, en las páginas de un libro o una pantalla donde verse reflejado o transformado en personaje; todo formas de escapismo personal. Todas esas vertientes naciendo de un mismo sentimiento de inseguridad, todos huérfanos de brújula buscando acogida en el próximo tren de existencia colectiva que llegue.
Incluso quien está solo, se siente comprendido sabiendo que hay otros que también lo están.
Quien se encierra en su mundo mental, inevitablemente lo construye con componentes exteriores, se cuela en las páginas de una novela, absorviendo el alma de tinta de su protagonista, mimetizándose con él y siguiendo su historia como trazo de la suya.
Y ahí empieza el sentimiento de soledad comprendida, de un trozo de humanidad pegado a las páginas o a la cámara , de mente a mente, empieza el diálogo del artista que crea con su vida hacia el solitario que crea su vida con el arte. Con el libro que le atravesó el estómago o con la imagen que se hundió en sus ojos.
Y después, el socialmente incomprendido solitario sale al mundo diciendo "Soy...", seguro de sí mismo por fin, cubierto con la capa de la identidad. Y hablan los demás de locura, excentricidad o frikismo.
Es, simplemente, su forma de existir, su forma de buscar-se, pues todos nos buscamos o dejamos que otro busque por nosotros.
Pero hay algo que nuestro personaje personalizado no ha visto aún, y es que la historia de la obra de arte tiene fin, y tras él sólo queda dejar morir esa identidad y pasar a otra etapa, o volver a empezar. Vivir lo que ya se ha vivido resulta muy estúpido si se hace consciente, por eso la forma de no cambiar de piel y seguir reconociéndose en el espejo, es cambiar el espejo.
Cambiar de ciudad, cambiar de gente, cambiar todo lo externo donde reflejarse.
Y así, nuestro personaje sigue dentro de su historia, cómodo y seguro, volviendo a empezar, saboreando cada acción como eterna y épica, pues está escrita por un gran autor, pues ya conoce el final y se conoce muy bien a sí mismo, pues todas las vueltas al mismo círculo le harán pensar que la sensación de mareo es signo de haber vivido intensamente.
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