viernes, 23 de mayo de 2014

Nota onírica

He soñado que llegaba corriendo, en un momento, a la esquina contraria del país, a tu pueblo. Entraba en tu casa, te veía salir de tu habitación (que he reconstruido mentalmente a partir de la única imagen por videoconferencia que tuve de ella), y yo alzaba los brazos para abrazarte, empecé a reír. Y tú me paraste en seco, me agarraste los brazos y me dijiste: Ciara, no.
Me costó entender las palabras por un momento. La luz del pasillo era naranja y tu expresión era sombría. No dejaste de apretarme los brazos hasta que no empecé a alejarme.
Salí de tu casa y corrí hasta el pueblo de mi amigo Luis (en la realidad, a 47 km; en mi sueño, a una calle de distancia). Luis me esperaba en la calle, recogió mis maletas, que no habían aparecido hasta eso momento), me echó el brazo por el hombro y me llevó con su grupo de amigos.

Esta despedida, este dejarte ir; ha sido mucho más real que el que nos dimos estamos conscientes y despiertos.

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