La sensación, ese recuerdo inconsciente, devuelve al presente un folio perdido, desde las profundidades del tiempo muerto hasta el aire en el que buceamos ahora.
Todo cuanto recuerdo parece un lapsus, un enorme trance lúcido.
Una música suena, de pronto, extrañamente familiar: ¿es está, la que hace sólo un mes escuchaba todas las noches? También evocaba un recuerdo, una persona que se distancia para que no me duerma, para mantenerme alerta del mundo. Al volver a bucear en esos ojos... sí, confirmaron que no sólo fue una alucinación.
Barcelona: hostilidad. Y me pregunto por qué todo está en color sepia. Allí vivió una niña, que reconocía como "Yo"... hay algún hilo temporal que me sigue uniendo a ella, algunas personas en común, algunos rasgos parecen decir que soy la heredera de aquel principio de vida.
Es una especie de vida pasada que fue consumiéndome con la misma lentitud con la que se regeneraba. ¿Cuántas muertes milimétricas me separan ya de esa niña? ¿Cuántas veces tendremos que re-conocernos en toda una vida?
Vi una silueta caminando a lo lejos que disparó un flash de unos dedos enredándose en el pelo; y miro extrañada, intentando darle coherencia a esa asociación: sí, recuerdo haber deseado traspasar esa piel y haber fracasado en el intento. Ya no lo desearía. Y en medio de esos deseos contrarios, tiempo. Sólo la onda expansiva y debilitadora del tiempo.
Ya no sé si he vivido o he soñado, que más da. Estoy aquí tecleando, y mientras crea soñar, seguiré con vida.
Fly me to the moonUna música suena, de pronto, extrañamente familiar: ¿es está, la que hace sólo un mes escuchaba todas las noches? También evocaba un recuerdo, una persona que se distancia para que no me duerma, para mantenerme alerta del mundo. Al volver a bucear en esos ojos... sí, confirmaron que no sólo fue una alucinación.
Barcelona: hostilidad. Y me pregunto por qué todo está en color sepia. Allí vivió una niña, que reconocía como "Yo"... hay algún hilo temporal que me sigue uniendo a ella, algunas personas en común, algunos rasgos parecen decir que soy la heredera de aquel principio de vida.
Es una especie de vida pasada que fue consumiéndome con la misma lentitud con la que se regeneraba. ¿Cuántas muertes milimétricas me separan ya de esa niña? ¿Cuántas veces tendremos que re-conocernos en toda una vida?
Vi una silueta caminando a lo lejos que disparó un flash de unos dedos enredándose en el pelo; y miro extrañada, intentando darle coherencia a esa asociación: sí, recuerdo haber deseado traspasar esa piel y haber fracasado en el intento. Ya no lo desearía. Y en medio de esos deseos contrarios, tiempo. Sólo la onda expansiva y debilitadora del tiempo.
Ya no sé si he vivido o he soñado, que más da. Estoy aquí tecleando, y mientras crea soñar, seguiré con vida.
La vida es arte cuando sólo existe el presente.
Este infinito presente del que nos escapamos continuamente; recordando, planeando, o imaginando escenas a kilómetros de esta habitación donde se revuelven los pensamientos.
El arte es el refugio en el que guardamos nuestra historia y donde nos declaramos testigos de la vida que se nos escapó, que ahora tira bengalas de días que se vuelven niebla y se revuelven hasta que necesitamos sacarlos, dóciles e inmateriales.
Y es cuando podemos verlos desde fuera, ver cómo la precisión matemática vestida de casualidad, fusiona y separa vidas de una manera que fascina y destroza. Esa sensación es la que empieza a remover la niebla hasta filtrarse por la piel.
Y sale una imagen de colores más intensos, con una variada banda sonora, la vemos en una pantalla compartida por infinidad de personajes ajenos a nosotros (los fascinados observadores del mundo) dentro de una trama entre onírica y cruda.
Qué vida tan bien interpretada la que no necesita escaparse de su presente...
Tenía razón Sartre diciendo que a una persona, contando sólo con su cuerpo, su pasado se le escurre entre los dedos.
Y Nietzsche, afirmando la vida tal y como ocurre.
Maslow, hablando de felicidad como esos instantes en los que el tiempo desaparece.
Y Proust en ese Tiempo recobrado, donde la vida puede ser doblemente vivida haciéndola literatura: lo que fue y lo quise que fuera.
Puede que el tiempo sólo sea la cinta donde se graba nuestra tragicomedia.
La memoria la llevamos incrustada en la mirada y los gestos, en los razonamientos y los impulsos.
Rebobinando un poco, veo un accidente, un choque frontal con otros pequeños planetas, y meses de caída con vueltas de campana hasta llegar al mar e inundarme en una dulce calma, sólo flotar y respirar, jugar a cazar el horizonte.
De pintar cruces en el suelo, o ver cómo te sienta la luz del amanecer en la cara cuando aún duermes, o jazz, guitarras y café.
De inaugurar museos por las paredes, o recrear escenas míticas del cine... Todo, todo al alcance de la mano como cuando en los sueños se nos despega el miedo de la piel y cualquier cosa tiene sentido.
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