sábado, 12 de enero de 2013

Sentido tragicómico de la idiotez I


Sé que me mira con lástima y culpa. Como quien abandona un cachorro del que había esperado el remedio para la soledad y con el que sólo consiguió aumentarla. "Haces que me sienta sola". Vaya un cachorro incomprensivo fui.  Cómo se equivoca pensando que soy el mismo animal herido que abandonó con el bálsamo de la mentira; hecho necesario sólo para su propia ética, puesto que yo la dejé ir entre la derrota y el alivio.
Estoy en un tren, soy yo quien se desliza entre despedidas ahora desde la respectiva estación de salida: Canterbury o Florencia, ambas hermosas a su manera, amadas con la misma intensidad y por motivos distintos. Ya me había acostumbrado a ser el tren, quien recibe a viajeros a los que llevar a un lugar inédito y verlos marchar hacia sus futuros implícitos. Me pregunto quién, o quienes, son mis trenes ahora.
Ahora entiendo porque quería ser un cirujano, en el único sentido en que Kundera lo habría descrito. Cualquier persona con el poder de abrir en canal a otra (metafóricamente) es un titiritero de la incertidumbre, la cuestión es el uso que haga de ella. Dos personas pueden darse amor sin amarse. El punto de encuentro es que ambas lo sepan. Siempre me he empeñado en cortarme las cuerdas de marioneta.
¿Qué sabría yo de epistemología sin ella entre sus sábanas? Y sin embargo, no le debo nada,
demasiadas ideas y poca conexión entre ellas. Poco voy a componer así. Puede que en este diario de a bordo, o de viajeros al tren, cobren más sentido. El abrazo, las palabras, el momento exactos. Pero no son eternos, ese es mi problema, la falta de eternidad de los buenos momentos. You know what I mean, and it's exactly what you tell.
- Buenas noches, amor - Buenas noches, nadie
No es que piense quemar estas naves, es que están humeando ya. No sé confiar en nadie más, sólo en las personas que quieren conocerme. Por que ellas se quedan, a pesar de que yo no pare, pero eso no es impedimento, la distancia no aleja de las personas si no se quiere.
La pseudo-era para pseudo-ser. Las medias tintas me agotan, y es lo único que abunda. Goterones de tinta, islas de memoria encajadas en el papel que nos recuerda quiénes somos, pero las líneas y los párrafos se están extinguiendo. La poesía está muriendo, y la gente se queda con obras abstractas compuestas de goterones de tinta aislados, todos igual de oscuros e imborrables. La poesía... es pura mentira. Pero necesitamos mentirnos para afrontar la verdad. La poesía es la supervivencia a la lucidez.
Soy un retiro de cuerpos cansados y una brújula para sus almas perdidas. Una brújula que no sabe señalar a sí misma, o se topa con los listos que miran la luna en vez de al dedo que la señala. Soy el laberinto del que Teseo busca la salida. Soy la anestesia para la soledad. No sé si se me dan mejor los cuerpos o las mentes. No te voy a pedir que me quieras siempre como ahora, pero te pido que lo recuerdes. Siempre quedará en mí algo de lo que soy esta noche. No me fío de la luna. Se mueve entre las sombras. Creamos ficciones por exceso o por carencia de lo que tenemos. La realidad nos desborda o no nos parece suficiente para los sentidos. Si toda ficción fuese creíble, dejaría de ser necesaria, porque para eso ya está realidad, y con observarla sería suficiente.

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